Jessenia Díaz y su esposo Alejandro Alcalde son una pareja de venezolanos que viven del trabajo día a día. Ellos, para poder obtener su sustento, tienen que caminar mucho por las calles de Guayaquil. Sus hijos estudiaban en Perú, sufrían de xenofobia en sus colegios, por lo que tuvieron que salir del país. Jessenia y Alejandro constantemente dialogan con sus hijos y les dicen que el único camino de bien es el de la educación.