Llegó desde Venezuela unos años antes de la pandemia, con una maleta llena de sueños pero sin su hijo. Apenas consiguió trabajo y un poco de dinero, lo trajo al Ecuador y lo primero que hizo fue inscribirle en el sistema educativo.
Su prioridad es y será la educación de Jorge. Se siente una mujer afortunada, ya que los docentes y la comunidad educativa en general le han apoyado y no ha sentido discriminación ni xenofobia. Los días en pandemia fueron muy duros, sobretodo en temas de conectividad, pero nunca dejó que su hijo se rinda y siga estudiando.